Joel


Nada, ni el vano silencio,
ni un nudo en la garganta
pese a la imaginación y el deseo,
ni la extrema pobreza,
ni el rostro cruel de una guerra televisada,
ni el miedo a un tiempo penosamente futurible,
ni una sola palabra,
ni una sola religión,
ni un solo hombre en el mundo
impedirán que estalle en tu regazo
ese rayo que prendera la vida:
y ese será,
tarde o temprano,
el mas inmenso de mis regalos.


Madrid, a finales de un verano de 2013.

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